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domingo, 27 de noviembre de 2011

Donar alegria 
(del libro "Enamorarse de nuevo")


José Saramago advierte que “en el mundo hay tanto dolor que no se puede ser dichoso sin avergonzarse, pero tampoco puede hacer mucho por la felicidad de otros quien, de alguna manera, no sabe ser dichoso.”


Muchos lectores de estas Perlas y de mis libros, algunos escuchas de mi programa radial en Milenium, me preguntan por qué siempre digo que me va bien, que estoy contento en esta sociedad quejosa, es decir se lamentan de que no me lamente.
Dentro del “tremendismo” nacional propongo la campaña de “donar alegría”, llenar los ambientes de buena onda, regalar sonrisas que no cuestan nada, en vez de despilfarrar en costosísimas campañas para ceder “heroicamente” órganos, en un país desconocido por las autoridades, donde niños sanos mueren desnutridos y los adolescentes están tempranamente desdentados.
Hay ciertas situaciones que pueden ser resueltas de manera extraordinaria con las posibilidades que ofrece hoy día la tecnología médica , en avance incontenible, si algún presupuesto privilegiado tolera su costo. Pero son muchísimas más, y urgentes, las demandas de atención para dolencias que se solucionan simplemente con una consulta oportuna, preventivos, confianza, fármacos baratos e inocuos, respaldo institucional de la escuela o el hospital y fundamentalmente con personas positivas, solidarias, serviciales, que amen lo que hacen, aunque sufran las condiciones humillantes del estancamiento social.
¿ Alguien evalúa el daño institucional que provoca madrugar una “cola” interminable para alcanzar los únicos “turnos posibles”de la semana ?
¿ Alguien evalúa el daño moral que provoca el sentirse discriminado o maltratado, cuando necesita urgente asistencia ?
Todos recordamos el poder mágico de un rostro amable en una situación de emergencia. Si no tengo otra cosa que dar al mundo más que mi frustración, opto por “donar alegría”en cada oportunidad, no incremento el mal con mi mal, no “hago olas”para quejarme de la inundación: más bien trato de abrir alguna salida al problema. 
Lo que damos al mundo es lo que recibimos.
Martín Luther King (1929-1968, murió asesinado)) decía que si estaba en él la posibilidad de plantar un árbol ahora, aunque todos les aseguraran que el mundo terminaría mañana, lo plantaría ya.
Emily Dickinson escribe: ”Si evito que un corazón se rompa no habré vivido en vano. Si alivio el dolor de una vida o calmo una pena, o llevo un desfalleciente “pecho colorado” de nuevo a su nido, no habré vivido en vano.”.
Cada uno de nosotros dona a este mundo el rostro que tiene, lo que dice o calla, su percepción, sus sueños, anhelos, grandezas y miserias. Cada uno de nosotros “es el mundo”.
Los que se acostumbran a donar alegría son saludados por los “pechos colorados” cuando vuelan cerca de ellos. Ellos viven felices porque han donado todo en vida, diariamente, y sus corazones, entonces, brillan bellos y livianos como perlas que enamoran de nuevo.


Enrique Mariscal

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